COVID: Secuelas pulmonares

Secuelas pulmonares tras la COVID-19

Desde el inicio de la pandemia que estamos sufriendo han pasado ya 7 meses y más de 20 millones de contagiados, 12 millones se les considera que lo han “superado”. Los científicos siguen trabajando buscando la vacuna, y mientras los clínicos se preguntan: ¿Les quedará alguna secuela? Está por ver, y se necesitan muchos estudios para ver finalmente las secuelas que quedan a largo plazo.

El grave problema de esta pandemia es la gran cantidad de pacientes asintomáticos. Entre las infecciones también existen casos de falta de clínica como el Staf aureus o el C difficile. Sin embargo, el SARS-CoV-2 además se acompaña de daño orgánico. Sobre todo, se ven lesiones en el 15-20% de todos los casos, en varones, de mayor edad y con ingreso en UCI prolongado y neumonías complejas. En el TAC se ve la fibrosis destacando áreas de consolidación extensas y difusas, pérdida del volumen, bronquiectasias por tracción o bandas lineales periféricas.

Nueva patología post-COVID

Posiblemente estemos ante una nueva patología post-covid, dado que toda la gente que ha pasado por este proceso con mayor o menor inflamación, con los tratamientos empíricos dados, la terapia con oxígeno y ventilación mecánica, posiblemente se queden con secuelas como las del asma o de la tuberculosis. Los pulmones son como cojines mullidos y elásticos, con mucho aire en su interior. Si se quema una parte con un cigarrillo o una estufa, el cojín se queda con una gran quemadura, dura y rígida que ya no se expandirá igual, ni será tan elástico. Pasa lo mismo con el pulmón, el virus deja unas cicatrices, que a la larga producen fibrosis.

secuelas pulmonares

Esas cicatrices impiden que se intercambie el oxígeno, que se dilate y contraiga, y que se puedan expulsar las flemas. Eso es lo que produce ese cansancio y falta de aire, aunque no se vean esas lesiones en la radiografía. El segundo daño, es que debido a la enfermedad, o a la ventilación invasiva, el pulmón se perfore o se dañe el tejido, produciendo bullas que son como bolsas de aire, son lesiones parecidas a las que tienen los enfermos fumadores que tienen EPOC tipo enfisema. El tercer posible daño es la llamada hiperreactividad bronquial, es decir que el virus dejaría al pulmón sensible, de tal modo que con pequeños estímulos los bronquios se contraigan produciendo algo parecido al asma.

Secuelas pulmonares en los pacientes

Un reciente estudio informa que hasta el 87% de los pacientes dados de alta continuaban con disnea o dificultad respiratoria más de dos meses después del alta.

Es importante hacer rehabilitación respiratoria aunque no haya habido síntomas o hayan sido leves, dado que el daño aunque sea leve y difuso, ahí está, se ha comprobado con pruebas de imagen que pacientes asintomáticos tenían lesiones en los pulmones. Deben hacer ejercicios respiratorios y ejercicio físico progresivo con seguimiento médico, forzando muy poco a poco para ir recuperando la capacidad pulmonar.


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Guía de cuidados: lavado de manos

Lavado de manos: la esencia de unos buenos cuidados

El lavado de las manos es fundamental para prevenir la transmisión de infecciones. En todo tipo de pacientes y para cualquier persona que esté en contacto con ellos. Tanto en sus cuidados como en cualquier momento y/o situación. Debemos de tener el hábito de lavarnos las manos con frecuencia. Nuestra salud y la de nuestro alrededor mejorará.

lavado de manos

Como decíamos, las manos son la principal vía de transmisión de gérmenes. Lo que puede ocasionar infecciones gastrointestinales, respiratorias y de contacto. A diario nuestras manos tocan numerosas superficies contaminadas con microbios (las puertas, llaves de la luz, móviles, transporte público…). Que podemos propagar tocándonos la nariz, boca y ojos así como manipulando alimentos o bebidas.

Cuándo es importante lavarse las manos

Algunos casos en los que es importante el lavado de manos previo son:

  • Antes de cocinar o manipular alimentos.
  • Antes de amamantar o de darle un biberón a un bebé.
  • Antes de comer.
  • Antes de tocar a un bebé, un niño pequeño, una persona mayor o un enfermo.
  • Después de ir al cuarto de baño o después de cambiar el pañal a un bebé.
  • Después de fumar.
  • Después de tocar basura.
  • Después de toser, estornudar o sonarse la nariz.
  • Tras el contacto con animales.
  • Tras el contacto con tierra.
  • Tras la manipulación de productos químicos para la limpieza.
  • Tras tocar superficies públicas.

En el caso de los niños, deben de lavarse las manos con frecuencia, ya que es habitual que se lleven las manos a la boca, nariz y ojos constantemente.

Cómo lavarse bien las manos

  1. Mojar las manos con agua limpia.
  2. Enjabonarlas y hacer espuma, asegurándonos de limpiar el dorso de las manos, entre los dedos y bajo las uñas.
  3. Restregar las manos durante 40-60 segundos. Para enseñar a nuestros hijos, podemos realizarlo mediante una canción que dure ese tiempo aproximadamente y de esta manera, que la canten mientras se estén frotando las manos.
  4. Aclarar las manos por completo con agua limpia.
  5. Secarse bien las manos. Con ellas húmedas las bacterias se transfieren con más facilidad. Utilizar para ello una toalla seca y renovarla con frecuencia.

En caso de no tener acceso agua y jabón, podremos utilizar un solución de base alcohólica frontando durante al menos 15 segundos o hasta que el producto se haya absorbido por completo.

Te dejamos con un vídeo explicativo sobre el lavado correcto de manos en niños y adultos. Así como una infografía de la OMS.


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