Casos de éxito
En este apartado de nuestro blog te ofrecemos información sobre nuestros casos con pacientes en diferentes situaciones sanitarias, siempre con la mejor atención y el mejor equipo multidisciplinar.
En este apartado de nuestro blog te ofrecemos información sobre nuestros casos con pacientes en diferentes situaciones sanitarias, siempre con la mejor atención y el mejor equipo multidisciplinar.
Ya lo dijo Hemingway, que le gustaba bastante la fiesta, España en general, y Madrid en particular. Los madrileños, en las últimas olas, hemos comprobado cómo nos hemos convertido en objetivo de extranjeros, para respirar, para divertirse, para vivir por unos días en la calle, en los bares, en los museos… Nosotros hemos comprobado, además, que estos turistas “accidentales” tienen otras necesidades más básicas, menos frívolas, y han contado con la enfermería a domicilio, o mejor en su hotel. Han venido con sus heridas, con sus inyecciones de hormonas a una hora exacta, un día exacto… Y hemos respondido en tiempo y forma. Con mucha sorpresa, también. Viajar en tiempos de COVID, con todas las recomendaciones, también ha requerido adaptarnos a otra forma de hacer las cosas. Si añades que tienes una situación especial, como una cura que realizar todos los días o una medicación que administrar, se puede convertir en una limitación. En ninguno de los casos que hemos atendido, ha sido así. Al contrario… ¿Cómo podemos ayudarte? Nos localizan por las redes sociales y allí estamos, dispuestas a hacerles su viaje más fácil. Revisamos horarios, hoteles, recomendaciones de sus médicos. Y… ¡Voilá! Todo sucede.
Luigi llegaba de Italia con oxígeno domiciliario, organizamos todo el circuito para que tuviera su dispositivo y su enfermera de referencia a la llegada. Aprendimos con él, cómo se vive con una bombona de oxígeno desde la planta 9 de un hotel de la Gran Vía. Tuvo sus soportes y sus cambios de bombona durante las dos semanas que disfrutó de Madrid y alrededores. Las cuestas de Toledo se le hicieron más llevaderas. Michelle estaba muy nerviosa el día que llegamos a su hotel de la calle Alcalá, sus inyecciones de hormonas en pleno tratamiento de fertilidad, la tenían muy preocupada. No acababa de creerse que estuviéramos allí, a la hora que ella necesitaba un domingo cualquiera de agosto. Con Madrid desierto y ella agobiada. Todo fue estupendamente y estoy segura que tendrá un bebé espectacular con chispa madrileña. Si eres francesa, tienes un viaje con tu novio organizado hace un año, y te operan una semana antes de un quiste pilonidal, del que tienes que hacerte curas diarias durante casi un mes. Solo tienes dos opciones, pelearte con tu seguro médico y acabar yendo al centro que te indiquen cuándo tengan disponibilidad… O localizar a nuestro equipo y organizar visitas según su programa para facilitarles su viaje. Bueno, Madrid, además de cañas y bares, tiene un equipo de enfermeras disponibles para tus necesidades. Hemos mantenido los servicios y estamos luchando para hacernos un sitio, con valores muy claros: excelencia. Yo, si fuera tú y tuviera que viajar con un problema de salud, vendría a Madriz.
¿NECESITAS UNA ENFERMERA A DOMICILIO EN MADRID CAPITAL?
Llámanos al (+34) 91 078 54 66 o escríbenos a info@proyectocuidar.com.
Era un viernes de verano por la tarde, del caluroso mes caluroso de julio. Suena el móvil, se escucha inmediatamente la voz angustiada y un poco perdida de Sebastián, un hombre de unos 45 años, cuya madre, Inmaculada de 88 años, se encontraba ingresada tras haber sido operada de una cirugía de cadera, sería dada de alta al día siguiente.
Según cuenta Sebastián, es la segunda vez que su madre es intervenida por la misma razón….La persona que le cuidaba anteriormente no supo, al parecer, cuidar de la cadera de la señora mientras le bañaba, lo que produjo una nueva lesión. En ese momento entendí la angustia del hijo, entre preocupación y expectativa, esperaba que nosotros fuésemos los profesionales idóneos para cuidar nada más y nade menos que de su madre.
Al final de esa misma tarde acudimos a la clínica dónde estaba ingresada Inmaculada. Al entrar a la habitación la vi a ella, a su esposo Julián, a Sebastián y a Rosario, la otra hija. Saludamos, miramos a los ojos a Inmaculada, le tomamos la mano y le dijimos que estuviese tranquila, que todo iba a estar bien.
Al hablar con la familia, valoramos a la paciente, realizamos los trámites de rigor y al día siguiente nos dirigimos a su domicilio, donde nos atiende Yelitza, una de las personas que trabaja en su casa, me abre la puerta del domicilio. Al entrar siento un fuerte olor a comida bien guisada. Inmaculada está en su habitación, dónde la encontramos acostada, rodeada de almohadones, con un pijama de seda rosa y el pelo alborotado.
Rápidamente conectamos con nuestras emociones y nos permitimos “sentir” lo que esta familia necesitaba. Solamente así se puede cuidar con rigor y corazón. Valoramos de forma integral la situación….No sólo la herida quirúrgica de forma específica. También el estado general con el que había sido dada de alta la paciente, cómo estaba compuesta la red familiar de apoyo y cómo funcionaba, qué necesitaba para su recuperación.
Como equipo de enfermeras, planificamos los cuidados que necesitaba la paciente y le hicimos la primera cura de su herida. Cómo era de esperar, era una herida grande, con grapas de sutura, que supuraba líquidos abundantes y muy dolorosa al tacto. Inmaculada clamaba con su mirada alivio y que todo saliera bien, sentía incertidumbre con los cuidados que ella sabía que necesitaba. Los familiares, necesitaban confiar en la persona que le cuidaría y le haría las curas de la herida, su lenguaje corporal así lo dejaba ver…
Al día siguiente fue el resto del equipo a evaluarla, Inmaculada necesitaba atención del terapeuta ocupacional que tenemos en el equipo, para la rehabilitación de su musculatura e higiene de sus posturas y de nuestro médico especialista para tener un manejo adecuado del dolor. Los familiares confiaban en nuestro trabajo. Día a día, estábamos ahí para atender a Inmaculada, las primeras curas fueron dolorosas, en semanas, el vínculo enfermera – paciente se nutría más y más, Inmaculada confiaba cada vez más en nosotros y veía su progreso. Agradecía nuestro trabajo, nuestra comprensión, nuestra escucha…
Era inevitable que el vínculo no creciera, Inmaculada esperaba todos los días en el salón de la televisión con algún familiar, invitaba a la enfermera a unas pastas y un café y luego le pedía que le llevara a la habitación y le curase la herida…Necesitaba hablar, hablar de lo difícil que había su experiencia anterior sin cansarse de agradecer por el trabajo que estábamos haciendo.
Finalmente, llegó el último día de la última cura, la herida había evolucionado de forma satisfactoria, Inmaculada y su familia estaban satisfechos con nuestro trabajo. El resultado era una persona autónoma y segura para seguir su vida con calidad.
Cada paciente se lleva una parte nuestra inevitablemente, que la cedemos con gusto porque cuidar sólo posible con amor y profesionalidad, lo que sabemos hacer.
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