El reto de una enfermera es aprender constantemente de lo que le rodea

Inspirado por el relato «Aprendí de ti», de Ana Mª Tordable. Enfermera ESAD (Equipo de Soporte de Atención Domiciliaria). Dirección asistencial norte. Revisa Metas de Enfermería (2017).

Ser enfermera y estar en constante contacto con los pacientes, en la salud, en la enfermedad y en la muerte es un privilegio y un honor. Pero, sobre todo, un reto. Gracias a ellos sabemos lo que es escuchar y respetar. Junto a estos pilares fundamentales hemos aprendido el valor de la vida. Acompañando hemos logrado aprender que en el sufrimiento hay una capacidad de acogida, de amor, de alegría, de perdón, de paz y libertad. Aunque la enfermedad pueda expresar lo contrario, los seres humanos somos lo más bello que existe.

En el proceso de morir hemos estado junto a personas que pese a tener una enfermedad irreversible, incurable y con un pronóstico de vida limitado nos han demostrado que se puede reaccionar a la muerte sin miedo. La culpa y el miedo a dejar asuntos pendientes son los mayores miedos que poseemos.

Aprender cuidando

Un gesto, una mirada, una caricia o simplemente el valor del cuidado y la presencia marcan la diferencia. No tener prisa y ser tú mismo, como persona y como profesional, influyen altamente en el cuidado del paciente. La enfermería debe de ejercerse siempre desde el compromiso y con valores como el respeto y la benevolencia. Querer a los pacientes y aprender de ellos es nuestra mayor prioridad.

El conocimiento y la humanidad son las competencias necesarias para responder a los desafíos que nos propone tanto la sociedad como la ciencia. Humanizar los cuidados son el reto de cualquier enfermera y enfermero. También para nosotros es un reto. Desde Proyecto Cuidar nos comprometemos un cuidado único para cada paciente, centrado en sus necesidades y en el apoyo a él y a su familia.


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